Toda la naturaleza habla de la existencia de un creador: Dios grande, sabio, todopoderoso. Todo lo ha creado y organizado, del ser más pequeño, hasta el ser humano; cuyo sistema y

órganos están perfectamente ubicados, para su función. Por eso, los seres humanos lo reconocen, y un verdadero hijo de Dios lo alaba, lo adora y acude a Él, con fe; ante cualquier circunstancia adversa.