Cristo se apartaba en las noches solo, para orar al Padre; y no era un pecador. Hay que humillarse delante del Padre celestial, reconociendo nuestras faltas y pecados. Entonces, Él se

agrada, escucha la oración, bendice y atiende nuestra petición. Las oraciones mecánicas, donde quiera que se hagan: no agradan a dios. A Él le agradan las oraciones del fondo del alma, en humildad.