Cuando los creyentes congregan, oran, ayunan y buscan a Dios; Él, que es real, les revela cosas grandes y maravillosas que han de venir. De este modo la Iglesia se edifica,

se fortalece; porque Dios la guía. Si la Iglesia se envuelve en la alabanza y la adoración: los creyentes hablan en lenguas. Pero cuando vienen profecías, éstas deben ser en orden; esperando la interpretación.