El hombre y la mujer, tienen que cuidarse del maligno. Es mejor huir. Lo más grande que tenemos, es la salvación de nuestra alma; que debemos cuidar con temor y

temblor. La mujer cristiana tiene que complacer a su marido en todo, siempre que no esté en contra de la Palabra de Dios. Los maridos deben vivir con la esposa, sabiamente: con halagos, honra, elogios, y sobre todo: amor.