La Palabra de Dios señala con claridad, que la mujer debe estar sujeta al varón; siempre. Casta y respetuosa, para ganar al esposo inconverso para el Reino de los cielos.

Decorosa y sencilla en el vestir. Es antibíblico, que a la mujer que tiene el privilegio de predicar, se la considere superior al varón. El lugar de la mujer no es igual al del varón; aunque el respeto es mutuo.