Cuando los hombres llegan al poder, se llenan de orgullo; como era el Faraón y también el Rey Nabucodonosor, que se creían dioses. Las personas les rendían culto. A Nabucodonosor en

el segundo año de su reinado, Dios le muestra un sueño. Daniel, el profeta: fue el único que pudo narrar e interpretar su sueño, con la ayuda de Dios. Fue una advertencia de Dios para él y su gobierno.