Adán y Eva fueron creados sin pecado; pero pecaron. Jesús nació de María, pero no fue formado de la sangre de María ni de la José; su sangre era divina.

Por eso, la Biblia dice que la sangre de Cristo tiene poder. Así como Jesús oró, todo cristiano debe orar en todo tiempo. Hay que clamar a dios e invocar la sangre de Cristo; con fe. Ella tiene poder para salvar, sanar y libertar.