Hay Predicadores degenerados, que predican, sólo por el dinero; haciendo uso del engaño, para reunir dinero para sí. El dinero para la Obra de Dios es necesario; pero Él toca los

corazones, para colaborar. Además, predican un Evangelio nuevo y diferente: soplan y tumban a la gente para atrás; como impíos. El poder está en la Palabra de Dios, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.