Dios cumplió su Plan de Redención, enviando a su Hijo, nacido de mujer, en el tiempo de la Ley mosaica. Jesús cumplió esa Ley como buen ciudadano, fariseo y judío: asistía

al Templo, a la Sinagoga. Pero en su tiempo, estableció el nuevo Pacto; por el cual somos santificados. Estamos dedicados, consagrados a Dios. Tenemos privilegios: la paz, el cuidado, el respaldo total de Dios.