No somos dignos; pero por Jesucristo, hemos sido justificados, santificados, rescatados: ahora somos hechos hijos de Dios. No hay justo ni uno: no es por nuestra justicia, que somos salvos; es

por la misericordia de Dios. Siendo sus enemigos, Él nos hizo conocer la verdad, la verdad rompió la venda; vimos claramente, caímos a los pies de Cristo y Él perdonó todos nuestros pecados.