Ananías y su esposa safira vendieron su propiedad y mintieron a Pedro respecto al precio. Pedro, lleno del Espíritu Santo, descubrió el engaño; y los exhortó. Los dos murieron en manos

de Dios, por su engaño premeditado. La Biblia enseña que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no; que no haya hipocresía o engaño en lo que hablamos. Los mentirosos no entrarán al reino de los cielos.