Toda naturaleza humana o bestia, pueden ser domadas. Pero ningún hombre y ninguna mujer, puede dominar fácilmente la lengua. A veces la lengua es usada por el diablo, para encender un
terrible fuego; contra personas o instituciones. El creyente que dice amar a Dios, cuida su lengua; porque de una misma boca, no puede salir bendición y maldición: nuestro hablar debe ser agradable.
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